Tercera y última parte de esta historia sobre cómo comenzó nuestra aventura de viajar juntos. Venimos de relatar nuestro paso por España, Francia y Chequia. En esta parte voy a relatar nuestro paso por Austria, Italia y Grecia. No te pierdas nuestro gran cierre en un paraíso mediterráneo.
Austria
Tomamos un tren desde Praga para llegar a las afueras de Viena, donde nos esperaban nuestros nuevos anfitriones: una pareja de couchsurfers locales que habían estado en México, también mediante esta plataforma, y querían practicar su español. ¡De lujo! Recordamos que llevábamos algunas copias de la película 9 Reinas en CD para regalar, y algunos mates que fuimos repartiendo, todo como intercambio cultural. 9 Reinas es una película emblemática que refleja a la perfección la cultura de calle en Argentina, y por eso su éxito. Les regalamos una copia de la película y dijeron conocerla. ¡Una linda sorpresa!
Nuestro paso por Viena fue algo apagado, ya que no nos acompañó el mejor clima. El cielo estaba gris y llovía con intermitencias. A pesar de eso, recorrimos el palacio Schonbrunn y el palacio Belvedere. La iglesia de San Esteban la vimos de noche y no pudimos apreciarla en todo su esplendor. Pasamos por la imponente biblioteca nacional donde Hitler dio su famoso discurso cuando tomó Austria. Por falta de tiempo nos quedó la Ópera de Viena para otro viaje (desde afuera se veía imponente).
Nos sorprendió que de todos los países que visitamos, Austria se caracterizó porque todo cerraba temprano. Recuerdo que quisimos ir a comprar a un supermercado pero a las 5 de la tarde ya había cerrado, por lo que terminamos comprando algunos víveres en una estación de servicio. Bastante diferente al modo de vida al que estamos acostumbrados nosotros.
Luego de 2 días en Viena, partimos para Salzburgo. El tren estaba recién inaugurado y los vagones eran nuevos, todo un lujo. Tuvimos la suerte de encontrar un precio promocional y todo. Creo que fue el mejor viaje en tren de todos, con paisajes dignos de cuento llegando a los Alpes. Salzburgo es una ciudad pequeña, por lo que pudimos recorrerla rápidamente a pie.
Ahí cerca fuimos de excursión a un palacio donde se filmó La Novicia Rebelde, y luego tomamos un teleférico que nos elevó a más de 2000 metros a una cumbre donde tuvimos la mejor vista panorámica de los Alpes. En ese lugar comimos el mejor strüdel de manzana de nuestras vidas. Un sitio increíble.
Italia
El viaje desde Salzburgo a Venecia fue duro, ya que compramos pasajes para un tren nocturno que tenía camarotes compartidos. No pegamos un ojo en toda la noche a pesar del cansancio, ya que la gente entraba y salía todo el tiempo, y el espacio era minúsculo. Fue lo único que encontramos para continuar el viaje así que había que aguantarse la tortura.
Llegamos a Venecia por la mañana temprano, con toda la ilusión de estar en un lugar tan romántico, según lo venden los medios. Nada más alejado de la realidad, ya que ni bien llegamos fuimos a la oficina de turismo para buscar un mapa e información de actividades para hacer, y ni bien entramos nos pidieron 3 euros para llevar el mapa con la información. ¡Se terminó el romanticismo! En ningún lugar de todos los que recorrimos nos cobraron por eso. “Bienvenidos a Italia”, parecían decirnos desde la oficina de turismo.
Recorrimos la ciudad a través de la infinidad de puentes que hay. Llegamos a la plaza San Marcos… imposible sacar una foto sin gente. En Venecia, pero también en Roma, el flujo de turistas es realmente abrumador. Lamentamos mucho que los lugares de interés histórico, estuvieran en su mayoría cerrados (vaya uno a saber por qué).
Venecia nos decepcionó un poco: mayormente ofrecía paseos en góndolas y máscaras para carnaval. Esperábamos encontrarnos con una ciudad más viva a nivel cultural. Pero convengamos que sólo pasamos allí un día, y probablemente nos hayamos perdido la oportunidad de encontrar más escondites con experiencias maravillosas. La gota que colmó el vaso fue que almorzamos en un lugar donde no sólo no nos aceptaron pagar con tarjeta, sino que no nos brindaron un ticket válido. ¡De repente me sentía en mi país!.
Al día siguiente tomamos un tren hacia la Toscana. Nuestro próximo destino: Florencia.
Cuna del renacimiento y de los máximos exponentes en artes y ciencia. Allí vivieron desde Leonardo Da Vinci hasta Galileo Galilei, entre otros personajes que cambiaron la humanidad para siempre. Florencia nos recibió mejor y quedamos encantados por lo que ofrece: arquitectura medieval, el Duomo, el palacio Uficcio donde está el David de Miguel Angel, el Ponte Vecchio, entre otras maravillas.
Comentario gamer: este lugar inspiró los argumentos y contexto del best seller Assassins Creed, que nació como video juego y hasta se hizo una película.
Es una ciudad llena de actividades culturales, tanto de día como de noche (todo lo contrario de lo que nos pareció Venecia). Luego de 3 días, terminamos nuestra estadía con un tour a la campiña toscana, donde visitamos una bodega de vinos locales, Siena con su imponente catedral, y Montepulciano, un pueblo medieval fortificado.
Como todos los caminos conducen a Roma, hora de ir hacia allí. Llegamos en tren desde Florencia a la estación Termini. Tomamos un bus a la casa de nuestro nuevo anfitrión en un barrio fuera de la ciudad.
El calor abrumador nos pedía ir más despacio, ya que Roma para esa época puede llegar a los 40°C durante el día. Así como Granada en España, las fuentes de agua públicas son una parada obligada para refrescarse y llenar las botellas. Roma ofrece un menú de ruinas para todos los gustos, además de infinidad de monumentos y lugares como iglesias y museos.
Nota aparte el Vaticano, que supimos aprovechar el día de visita gratuito. ¡Ingresar a la Capilla Sixtina fue un suplicio!
También ingresamos al Coliseo, algo que valió la pena. El resto fueron paseos por plazas y parques llenos de ruinas que salían no sabemos de dónde, pero a cada paso aparecían nuevas y era emocionante. Tal es así, que Roma casi no tiene medio de transporte subterráneo porque está prohibido excavar para proteger el patrimonio de la humanidad. Definitivamente es mejor ir a Roma que leer un libro de historia, ahí se siente el pasado en la piel.
Grecia
Último destino. Tomamos un avión para llegar a Atenas desde Roma. Cuna de la democracia y la filosofía occidental, Grecia estaba saliendo de una crisis económica profunda.
Cuando decíamos que éramos argentinos, tenían bien presente nuestro problema que allá por 2001 desencadenó un estallido social sin precedentes en nuestra historia. Se podía percibir ese fervor popular que nos supo identificar en la misma crisis que los estaba golpeando. En el barrio Sintagma había algunas vallas y grafitis en las paredes que todavía hablaban de las protestas sociales. Fueron tiempos convulsionados y nosotros no éramos ajenos a esos reclamos.
Mediante Couchsurfing tuvimos la suerte de dar con una historiadora local que hablaba español. Nos ofició de acompañante para mostrarnos el museo del Partenón y explicarnos los reclamos abiertos con el museo de Gran Bretaña para que les restituyan el patrimonio robado. Los británicos les confiscaron innumerables piezas de valor incalculable con el argumento de ayudarles a “preservar el patrimonio”. Aún hoy ese reclamo sigue vigente.
Nuestro viaje culminó en una isla griega llamada Skopelos, destino elegido por Ale luego de ver la película Mamma Mía. Allí llegamos en ferry desde Atenas, luego de 4 o 5 horas de viaje. Haber elegido ese destino fue un acierto, ya que no es un lugar demasiado turístico, solamente frecuentado por los mismos griegos.
Además es la única isla que cuenta con una vegetación exuberante, lo que permite tener un paisaje único para la vista. Skopelos se puede recorrer en automóvil, pero nosotros elegimos alquilar una moto para recorrer las innumerables playas de aguas transparentes. Ahí estuvimos una semana, ya relajándonos y pensando en nuestra vuelta a casa.
Fue un viaje alucinante y único, gracias a la buena planificación y al uso de una red social, que nos permitió conocer gente de todas partes, conocernos a nosotros mismos. Cuando hicimos este viaje hacía 1 año que nos conocíamos, y cuando comenzamos su organización, habían pasado sólo 6 meses de habernos visto por primera vez.
Gracias a este viaje empezó esta película que continúa hasta hoy, dándonos secuelas asombrosas para compartir con toda nuestra comunidad nómada.
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