Continúo con la segunda parte de esta historia, que fue el comienzo de una gran aventura de viajes que vivimos hasta hoy. En la primera parte hablamos de los preparativos. En esta parte voy a relatar cómo vivimos la experiencia de viajar por primera vez a otro continente, Europa, comenzando por España.
Llegó el gran día. A finales de junio de 2012, nos subimos al avión y comenzó la aventura.
España
Lo primero que hicimos al llegar a Madrid fue ir a dejar nuestras mochilas a la casa de la pareja de anfitriones que nos iba a alojar: Javi y Leti. Javi (Argentino) y Leti (Española) también se habían conocido en Couchsurfing viajando por todo Sudamérica. Hoy no sólo son pareja, sino que ¡ya tienen peques! Fueron tan amables con nosotros, que nos facilitaron un celular para poder usar durante nuestro viaje y coordinar vernos a nuestra vuelta, que también sería por Madrid.
Recordemos que en 2012 aún no estaban tan popularizados los smartphones, así que recibimos un celular que solo servía para hacer llamados y enviar algún SMS de texto (y sí! sobrevivimos). Javi y Leti también nos presentaron amigos que se conocieron en la misma red, así que la comunidad se veía muy activa en esos tiempos.
Al día siguiente fuimos a retirar el auto que habíamos alquilado desde Argentina para recorrer nada menos que 2500 km en 14 días. Toledo, Granada, Almería (en la reserva Cabo de Gata hicimos nudismo), Altea, Barcelona, Figueres, Roses, Lles (en los Pirineos de Cataluña), fueron algunos destinos que visitamos.
En Lles, un poblado de 70 habitantes en los pies de las montañas, Ale tenía parientes lejanos. Los contactamos y decidimos ir a visitarlos, ya que nos dijeron que justo al día siguiente era la fiesta del pueblo y habría espectáculos y música. También justo caía 1 de julio, cumpleaños de Ale.
Luego de recorrer una ruta con paisajes de película, cuando llegamos (y para nuestra sorpresa), nos enteramos que estos parientes gestionaban el bar del pueblo ¡Fueron las mejores noticias del viaje! Estábamos flipando (como dicen allí cuando se te vuela la cabeza de la sorpresa). ¡Terrible fiesta vivimos hasta las 5 de la mañana! No pudimos pasarlo mejor.
Francia
Llegamos a Nantes (Bretaña) desde Barcelona. Nantes fue un destino que elegí por mi afición a Julio Verne, pues allí nació y vivió el escritor de novelas entrañables como “La vuelta al mundo en 80 días” o “20.000 leguas de viaje submarino”. Mi sueño era ir a la casa museo de mi ídolo de niño para rendirle un homenaje ante tanta inspiración que desarrollé leyendo sus novelas futuristas.
Allí retiramos otro auto para recorrer toda la costa de la Bretaña francesa en 5 días. Castillos de cuento, bosques encantados, acantilados, historias de caballeros y magos. Tierra de la sidra, los crepes y grandes historias de la mitología celta.
También su historia política (separatista) es por demás interesante: banderas negras con calaveras estilo pirata ondeando en muchas casas en señal de identidad, no precisamente francesa. Bretaña ofrece eso y mucho más. Estábamos encantados por tantos descubrimientos.
Hora de partir en tren hacia París. Oh, París… La boheme… La belle epoque… Monumentos, museos, arquitectura para admirar por doquier, aires de revolución. Por un lado el Sena, con sus puentes ornamentados. Por otro, los campos Eliseos y el Arco del Triunfo.
Fueron 2 días intensos, demasiado para nuestras mentes ávidas de incorporar hasta el más mínimo detalle. Ahí conocimos a una pareja de couchsurfers que nos alojaron y que 6 meses más tarde vinieron a conocer nuestro hogar en Buenos Aires. Pasaron días increíbles. Ellos, Maud y Seb, nos acompañaron a la celebración del día de la revolución francesa, el 14 de julio por la noche, en la mismísima torre Eiffel. ¡Colorida y estruendosa fiesta con fuegos artificiales por doquier! Un momento imborrable en nuestras retinas.
República Checa
Puede que República Checa no sea un destino muy convencional, pero queríamos ir por recomendación de amigos que nos hablaron de lo alucinante que era pasear por Praga. Eso hicimos con agenda abierta, ya que el plan era estar 2 días y luego hacer 2 días en otros destinos a definir de ese país.
Praga era un paisaje salido de un cuento. Nos impactó tanto que decidimos quedarnos los 4 días ahí porque no podíamos salir de nuestro asombro ante tan imponente lugar. Fue la sorpresa del viaje sin ninguna duda. Según nos explicaron, en la segunda guerra mundial Alemania logra la rendición pacífica de este país sin tirar una sola bomba, y con eso lograron que la ciudad se mantenga intacta. Distinto de lo que ocurrió en Polonia por ejemplo, donde Varsovia fue literalmente destruida.
Pasear por Praga fue como soñar despiertos: arquitectura medieval y gótica, callejuelas indefinidas, gárgolas, el castillo, el puente de Carlos con sus artistas y candados, el río Moldava, puentes fantásticos, la biblioteca pública, y detalles en cada rincón de la ciudad. ¡En cada vuelta de esquina, un suspiro! Sin exagerar, Praga es una ciudad de encantos.
Un día se nos ocurrió comprar entradas para un concierto de violín que sería en la iglesia de los Dominicos y allá fuimos. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando la segunda parte del concierto fue un homenaje al gran Astor Piazzolla (un compositor argentino de tango) con Adiós Nonino . ¡No se podía pedir más!
Nos costó despedirnos de República Checa y en particular de Praga. Juramos volver algún día. Ahora nos esperaba la segunda parte del viaje. Continúa leyendo la parte 3.